Hace poco vi una entrevista a Pepe Mujica, presidente de Uruguay.
Como era de esperarse, la entrevista es una confirmación de la imagen que lo ha
hecho famoso entre los intelectuales liberales
y en la izquierda de Facebook, y que llegó a su clímax en la cumbre de Río. La
pregunta que se hacen todos ahora es ¿por qué no podemos tener un presidente
como Mujica? Por supuesto, si la pregunta se tomara en serio, habría que
evaluar la gestión del presidente uruguayo en detalle, así como sus acciones
anteriores como ministro, como senador, o político profesional.
Pero lo que pide la gente es tener un presidente
que corresponda a la imagen que Mujica ha construido de sí mismo. Como todo político
exitoso, Pepe Mujica fundamenta su imagen pública en algún mito nacional. Sólo
que él se ha vuelto además mito internacional. Él es sabio, pobre, pacifista,
sensato... en suma, bueno. Incluso, insiste tanto en seguir siendo un campesino,
que pareciera haber llegado a la presidencia casi por azar, casi obligado.
Como
toda imagen pública, la de Pepe Mujica es parcialmente cierta, pero no es toda
la historia. Lo de los zapatos viejos es verdad. Pero sus políticas están más
orientadas a respetar los deseos de las grandes corporaciones y a estimular el
consumo; lo del campesino que cultiva crisantemos es cierto, como lo es su
carrera de político de alianzas multipartidistas llenas de cuotas burocráticas.
Esto no significa que sea un mal presidente (no tengo suficiente información).
Esto significa que su imagen tiene que ver más con una ficción nacional que con
un programa de gobierno.
El mito tiene que existir de antemano para que
el líder lo encarne con maestría. Entonces la pregunta no es cómo Mujica llegó
así a la presidencia, sino cuál es esa imagen que de sí mismos tienen los
uruguayos que los hace susceptibles al encanto de Mujica.
José Batlle y Ordóñez |
Gaucho uruguayo |
¿Podríamos
tener un presidente como Mujica? López Pumarejo tal vez sea algo parecido, si
uno piensa en algunas de sus políticas. Pero ese oligarca liberal generoso no
puede inspirar sino a historiadores y economistas progresistas. En la historia
reciente, ¿quién ha logrado convertirse en un mito así? ¿Gaitán? Probablemente ¿Galán?
Lo dudo. En los últimos años, un presidente logró aglutinar un fervor nacional,
pero siempre actuó contra la gente que gobernaba. No creo que cada pueblo tenga
el gobernante que se merece, pero cada gobernante intenta hacer de sí el mito
que la gente quiere. Yo preferiría que tuviéramos otros mitos.