miércoles, 11 de febrero de 2015

Las alianzas, los contratos y la independencia (sobre el mini escándalo de Mockus)

Creo que lo que ha pasado con el escándalo de Antanas Mockus y la marcha tiene varias aristas:

Primero, no creo que se trate de un caso de corrupción ni de mala fe en el sentido estricto. No solo el contrato era público sino que, cuando les robaron unos computadores con la información del proyecto, el mismo Mockus le contó a los medios de lo que se trataba. Es decir que ya se sabía. Lo que que cambió fue que ahora hay estrategia de desprestigio de por medio. Uno puede imaginar que Uribe mandó robar ese computador para encontrar algo que le permitiera deslegitimar la marcha (y construir un cuento que le permitiera no asistir sin asumir abiertamente su posición "contra la vida"). En el computador enconaron el contrato, verificaron que era público (es decir, podían revelarlo sin que levantar sospechas) y armaron la coartada que necesitaban.  Se trata de la habilidad de Uribe para usar, una y otra vez, la estrategia de enlodar a los demás para generar la sensación de que "como todos son igual de cochinos entonces no es verdad que lo de Uribe sea inaceptable".

El problema no es que haya un contrato de 420 millones. Si implica encuestas en varias ciudades, "pruebas piloto" con grupos focales e informes en tiempo récord, es en realidad un contrato modesto. Es de esas cosas que mantienen una ONG andando, pero no más. El problema es que esta ONG  es bien particular: Corpovisionarios es a la vez centro de asesorías y "Think Tank" de la doctrina de Mockus. Algo así como una mezcla de oficina de consultoría en políticas públicas, empresa de coaching empresarial, Instituto Pensar, y Centro-de-Pensamiento-Primero-Colombia/Fundación-Buen-Gobierno mockusiano. Es, pues, entre otras cosas, una plataforma política de Mockus.

De modo que el hecho de que se financie con una plata del gobierno, en un contrato sin licitación directamente relacionado con los diálogos de La Habana, sí compromete la independencia de él para hablar del proceso paz. Porque la marcha sí es un apoyo al proceso de paz, así como la que hizo Uribe era un impulso a su política de guerra. 


Creo que en este pseudo-escándalo se revelan lo que, considero, son los dos puntos ciegos de Mockus: primero, una confianza ingenua en lo privado y en el mercado. Segundo, su mesianismo. Es como si dijera: "puesto que yo sí soy honesto y no caigo en la tentación del corrupto, puedo acercarme al objeto de la tentación más que los demás. Hago contratos con el gobierno que empalman con posiciones políticas. Hago alianzas políticas instantáneas con la gente más variada. Pero, como soy honrado, no hay problema". La cosa es que sí hay problema.