miércoles, 20 de abril de 2011

Tres ángulos de Bach

Intento de escuchar Bach sin saber de música (con perdón a los amigos que sí saben).

Navegando en internet, encontré tres versiones de una misma pieza de J.S. Bach (de un fragmento de una pieza, de hecho). Cada versión es tan diferente que parecen tres piezas distintas.

La primera es del clavecinista holandés Gustav Leonhardt:



Está vestido con traje de época porque la presentación es parte de una película. Pero no hay que dejarse llevar por los disfraces: Leonhardt fue uno de los más grandes clavecinistas, y una de los que mejor defendió la idea de interpretar las obras con los instrumentos de la época. De hecho, Leonhardt, que era también musicólogo, estudió muchísimo a Bach para comprender cómo debía tocarse en su época los instrumentos, es decir, cómo reconstruir las interpretaciones posibles de un periodo dado. Eso es lo que uno siente en esta interpretación. Alguien en el siglo XX buscando con la mente una manera de traer del pasado un momento musical, pero no con un golpe de efecto, sino navegando en la mente de una época. Al final puede que solo lo imagine todo, pero su manera de imaginar es la investigación, la historia. Es en esa objetividad donde Leonhardt hace que de el clavecín salga tanta expresividad (un poco también para retar a los defensores del subjetivismo a rajatabla)

La segunda es Sviatoslav Richter:



Richeter decía que el pianista debía desaparecer en la interpretación, para que así emergiera la música del compositor. Llegó a pedir disculpas y poner notas aclaratorias en sus discos al descubir que había grabado una pieza con una nota incorrecta. No sé cómo es posible que él pensara ser fiel a Bach tocándolo en piano... lo cierto es que tiene razón: puede que el pedal y el sonido del piano no existieran en los tiempos de Bach, pero uno puede sentir cómo la músca de la partitura realmente emerge a través Richter. Uno siente que puede entender la totalidad de la pieza; pero también puede seguir el contrapunto, los detalles, los giros, el diálogo entre las dos melodías y la manera como se ensamblan. Pero, esta sutileza, esa claridad,esa paz alegre de esta interpretación ¿es de Bach o de Richter?

La tercera es Glenn Gould:



Con Gould uno no sabe qué pensar. El contrapunto se pierde, o se reconstruye de un modo incomprensible para uno. La obra se fragmenta, se violenta. No hay pedal, pero uno escucha la voz de Gould todo el tiempo. Y sin embargo, uno siente, no que Gould ignore a Bach, sino que lo comprende demasiado, que lo entiende de una manera diferente, no porque niegue las otras formas de tocarlo, sino porque las presupone como parte de su diálogo con la obra... como si lo reconstruyera a su manera en un intento por hacer muy evidente la propuesta de Bach, luego la suya, y luego hacer que ambas sean incompatibles. Es un juego difícil y uno no puede decir que lo logre, pero tampoco puede decir que fracase. La forma de tocar de Gould no es sentimental, pero no es racional en el sentido tradicional del término. Es cerebral, pero deliberadamente cerca del límite del lenguaje del que dispone un pianista.

Escrito así, uno puede pensar que la de Gould es la mejor. De hecho, sí que siento que con Gould uno está ante un artista. Pero se podría contar la historia al revés: Gould como un pretencioso vanguardista, o como un adolescente que hace un "gesto de artista"; Richter como alguien en una madura búsqueda de los detalles desapercibidos, de lo sutil y a la vez de una comprensión de la totalidad; y por último Leonhardt, como aquel que está por encima de la interpretación misma y de la sensiblería o de los gestos polémicos, alguien que busca entender a Bach realmente, no para mostrarle a otros sino para comprender, comprenderse y transformarse, para hacer su propio momento presente con la historia.

Los tres son en eso muy modernos, pero modernos de modo difernete. Tal vez por eso su resupuesta al acertijo de cómo tocar a Bach hace que la pieza se escuche si fueran tres formas de arte tan distintas y tan --casi-- incompatibles.

1 comentario:

  1. Siento que una de las conclusiones de su ejercicio es que es imposible escuchar a Bach. Estamos en manos de la reproducción de un intérprete, o me equivoco?

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